En las últimas décadas, el uso de dispositivos con pantallas (teléfonos, computadoras, tablets y televisores) ha experimentado un crecimiento exponencial. Esta transformación digital ha traído consigo beneficios significativos en términos de acceso a la información, comunicación y entretenimiento. Sin embargo, diversos estudios han advertido sobre los efectos negativos que el uso excesivo de pantallas puede generar en la salud psicológica, social y física de las personas.
Desde una perspectiva psicológica, se ha identificado una relación entre el uso excesivo de pantallas y trastornos como la ansiedad, la depresión y los problemas de atención, especialmente en niños y adolescentes. La exposición prolongada a redes sociales, por ejemplo, puede contribuir a la comparación constante con los demás, lo que se asocia con una baja autoestima y síntomas depresivos (Twenge & Campbell, 2018). Además, la multitarea digital, común en ambientes de alta exposición a pantallas, puede disminuir la capacidad de concentración y aumentar los niveles de estrés (Ophir, Nass & Wagner, 2009).
En el ámbito social, el uso excesivo de pantallas ha sido relacionado con una disminución en la calidad de las relaciones interpersonales. Las interacciones cara a cara han sido reemplazadas en muchos casos por comunicaciones digitales, lo que puede reducir la empatía y dificultar el desarrollo de habilidades sociales, especialmente entre los más jóvenes (Uhls et al., 2014). Asimismo, el uso inadecuado de dispositivos en contextos sociales, como durante las comidas o reuniones familiares, puede generar aislamiento y sensación de desconexión emocional entre los miembros del hogar.
En cuanto a la salud física, el sedentarismo derivado del uso prolongado de pantallas contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares (Tremblay et al., 2011). A esto se suman trastornos musculoesqueléticos, como dolor cervical o lumbar, y problemas visuales, entre ellos la fatiga ocular digital, provocada por la exposición continua a luz azul y por la falta de parpadeo durante la concentración en pantallas (Sheppard & Wolffsohn, 2018).
Si bien es evidente que las pantallas son parte de la vida moderna, el desafío consiste en promover un uso equilibrado que minimice los riesgos para la salud.
Estrategias específicas para un uso saludable de pantallas:
El manejo responsable de las pantallas no implica su eliminación, sino su integración consciente en una vida equilibrada, donde el bienestar físico, emocional y social siga siendo una prioridad.
Te invitamos a realizar este cuestionario que te ayudará a revisar tu estado de salud mental actual, para poder brindar recomendaciones y recursos personalizados, que respondan de mejor manera a tus necesidades.
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Este programa ha sido creado para los/as colaboradores/as de la Red de Salud UC CHRISTUS, independiente de la modalidad de contrato.
Si eres colaborador/a de la Red, puedes acceder a atención individual o también a intervenciones grupales, como talleres de salud mental, contención en crisis o lugares libres de estrés itinerantes.
No, puedes consultar también por razones que no tenga que ver con tu lugar de trabajo.
No, las atenciones individuales son gratuitas y puedes acceder hasta un máximo de 8-10 sesiones de acompañamiento psicológico, si es que la situación lo amerita.
Lamentablemente no, por el momento, este programa ha sido desarrollado para poder brindar apoyo emocional sólo a colaboradores/as de nuestra institución.